Jamás olvides señorita sevillana, que la elegancia NUNCA se medirá por lo corta que sea tu falda, que la elegancia se muestra en los gestos, en tus manos, en tu sonrisa y en tus modales.
Ser educada, modesta, elegante, señorita... es ser una verdadera mujer sevillana, esa mujer que se esconde tras un abanico, que apenas se maquilla porque la belleza bonita es la natural y que no regala sus besos a los truhanes de turno.
Jamás olviden caballeros, que la virilidad NUNCA se medirá por el número elevado de conquistas, ni por las borracheras o por el piropo fácil y fuera de lugar.
Ser un verdadero caballero es aquel que sabe respetar, que se hace respetar con sus gestos, que hace sentirse a la mujer única, aquel compañero, amigos y confidente. Un verdadero caballero no necesita más que un clavel y una sonrisa para alargar una velada hasta el infinito del amanecer.
¡Qué bonito! Qué bonito era, cuando el caballero esperaba a su dama en el zaguán, que bonito cuando los paseos se daban a la luz de la luna cogidos de la mano, besos escondidos, caricias tímidas, sonrisas llanas, sinceras y llenas de amor, que bonito cuando en lugar de regalar móviles, tablets... se regalaban claveles, mantones, broches y corales.
Ojalá que eso no se pierda nunca, aunque un porcentaje muy elevado de personas y de parejas, de chavalería ya no viva así, me queda el consuelo que aún quedamos por ahí, los locos románticos, los sevillanos enamorados que llevamos esto a cabo, por que si no ¿ Por quién se estiraría tanto la Giralda, para ver esos besos que nunca ha visto nadie?
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