martes, 23 de julio de 2013

Sevilla y calor

Sevilla, 16:30 de la tarde , 45º a la sombra de los naranjos de la catedral, Sevilla, calor hasta detrás de un abanico, ni el hielo del vaso del bar " La Fresquita " logra escapar a esa llamarada pegajosa que desprenden los adoquines de la calle Mateos Gagos, los caballos que están en la Plaza Virgen de los Reyes miran la fuente como si se tratase de un oasis, los grillos de los Alcazáres han estado comentando que hace mucha calor incluso para " cantar " que se van a poner a la sombra de un seto y se van a echar un siestón, el Giraldillo está deseando que se ponga el sol porque la palma se está secando y no hay quien la riegue, Sevilla miarma, fijate si hará calor que el puente de Triana está más bajo para acercarse más al río, río de nuestros ojos, entre dos amores, no sabe a que orilla acercarse más , no sabe a que lecho acurrucarse para dar fresco, una orilla tiene a la Maestranza que ni el toro bravo es capaz de acercarse al ruedo, que el torero está en el callejón y que los tendidos de sol están completamente solos, y otra orilla, Triana , donde el torno de cerámica está en la calle para que se derrita más la arcilla, donde tienen que cerrar las tiendas a cal y canto para que los azulejos no se queden pegados al suelo de la calor.
Y aunque estés llena de calor, Sevilla, a pesar de todo lo que he comentado antes, aún así te quiero, aún así estoy enamorada de tí, enamorada de como le llegan los rayos de sol, a las barcazas en la plaza España, enamorada de como se ve la Catedral como si se tratase de un traje de luces, enamorada de un arenal torero, un río que visto desde el Puente de Triana puedes ver como se besan Sevilla y Triana reflejadas en sus aguas, aún así te quiero Sevilla , porque me das la sombra en la plaza Doña Elvira, porque me das el agua fresca cuando paso por los jardines de Murillo, porque eres mágica, especial y única porque a tí la calor te hace más bonita aún si cabe.
Y es que el Sevillano de verdad, sabe apreciarte cada mes del año, cada día y cada mañana, porque aunque tenga que pegarme el abanico a la mano, NADIE ni NADA logrará alejarme de tu lado, de tu calor, de tu frío, de tus olores y de tus colores, de tu magia y de tu sencillez, de tus dulces y tus salados, de tus contrastes, de tu luz y de tu sombra, de la barra de un bar o del adoquín de una calle, de un cartucho de adobo o de una buena torrija, porque eres tan única en el mundo que por mucho que quisiesen imitarte, el arte, el duende y el compás es insuperable.

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